sábado, 30 de abril de 2011

A debate: Salud sexual y diversidad sensorial.


A mis queridos blogeros, a mis amigos de Facebook y Twiter:


En el mes de junio participaré en un simposio internacional de Salud sexual (el programa lo podéis encontrar en los medios anteriormente mencionados, incluido este blog). Mi intervención irá sobre “Salud sexual y diversidad sensorial” (personas con ceguera y deficiencia visual severa). Es un tema del que hay poco estudiado y menos publicado.

Por mi condición tanto personal como profesional me encuentro muy vinculada al entorno de las personas con diversidad funcional, y sobre todo sensorial. En este momento estoy llevando a cabo diferentes entrevistas con personas ciegas y con deficiencia visual severa, para analizar con ellos/as los diferentes aspectos que están relacionados y que influyen en su vida afectiva y sexual.

Paralelamente a esto, me gustaría conocer también la opinión de personas que no tienen dificultades visuales severas. Vuestros comentarios me serán de gran ayuda, no solo los que podáis exponer a nivel profesional, que sin duda me resultarán altamente interesantes. Vuestra experiencia personal será muy enriquecedora y nos permitirá a todos/as reflexionar sobre una parte de la vida afectiva y sexual de las personas, a veces olvidada.

Me gustaría conocer vuestra opinión (hayáis tenido o no experiencias en este tema) sobre algunas cuestiones todas ellas referidas a las personas con diversidad sensorial. Son muchas las preguntas que desearía lanzaros en este espacio virtual, que por otra parte nos hace a todos/as iguales, pero a modo de introducción a la reflexión, os planteo algunas cuestiones. El debate está abierto:
1. ¿Crees que las personas con ceguera o deficiencia visual severa viven de manera diferente su sexualidad?

2. ¿Qué papel juegan las fantasías sexuales?

3. ¿Has pensado en alguna ocasión cómo se produce “el cortejo, la seducción”?

4. ¿Qué estrategias o habilidades crees que utiliza una persona ciega o con deficiencia visual severa cuando alguien le “interesa”?

5. ¿Piensas que tienen más dificultades para la conquista?

6. ¿Te has sentido atraído/a en algún momento de tu vida por una persona ciega o con deficiencia visual severa?

7. ¿Miras con los mismos ojos e “intenciones” afectivas y sexuales a una persona sin dificultades visuales que a otra con ellas?

8. Si quisieras seducir a una persona ciega ¿cómo lo harías? ¿crees que tendrías dificultades?


9. Los códigos de comunicación y/o seducción ¿son los mismos que utilizarías con cualquier otra persona?

10. Piensas que las personas con diversidad sensorial tienen más, menos o iguales oportunidades de mantener encuentros sexuales con otras personas?

11. ¿Crees que las relaciones afectivas sexuales que tienen las personas con diversidad sensorial son endogámicas? Si es así, ¿cuales son a tu juicio los motivos?

12. ¿Qué papel juega la cultura social en la percepción que tenemos de las personas con diversidad sensorial?

13. La sensualidad ¿está presente y viva en las personas con ceguera o deficiencia visual severa?

14. ¿Cómo se nutre a un niño/a de sensualidad para su vida adulta?

15. ¿Qué mejoraría la vida afectiva y sexual de las personas con diversidad sensorial?

La lista de preguntas podría continuar y os invito a que así sea. Gracias de antemano a todos/as. Las conclusiones las iré colgando en este mismo medio. Un abrazo.



Fdo.: Raquel Díaz Illescas.

lunes, 25 de abril de 2011

Tomar decisiones

“Cada persona es lo que decide ser”.

La toma de decisiones es un concepto que se ha implantado en nuestros días fundamentalmente en el ámbito empresarial, relacionado casi siempre con los estilos de liderazgo, sin duda muy interesantes; pero desde esta sección abordaremos la toma de decisiones desde otros ámbitos de nuestra vida no menos interesantes e influyentes que el anterior, como son los aspectos familiares, sentimentales, sexuales, amorosos o de pareja. La diferencia está en la forma o proceso por los que se llega a esa toma de decisiones.

No podemos prescindir de tomar decisiones, pues estas se presentan de continuo en nuestro día a día. Es verdad que a veces las valoramos como intrascendentes y que no llegamos a percibirlas como tal. Todos los días decidimos qué ropa nos pondremos, qué comeremos, dónde iremos a tomar una copa, si saldremos o no el fin de semana, con quién quedaremos, si mantendremos o no relaciones sexuales con nuestra pareja o por el contrario optaremos por decir nuevamente NO.

Cierto es que la toma de decisiones depende de dos factores: aquellas decisiones en las que influimos nosotros directamente y las que dependen de nuestro entorno externo, como son todas aquellas circunstancias que nos rodean y sobre las que no tenemos ningún control, no tenemos manera de influir sobre ellas (haber nacido en una determinada localidad y en una época; ser más alto o más bajo, negro o blanco…) y desde este punto de partida es desde donde tenemos que empezar a asumir y aceptar para poder tomar decisiones realistas sobre nuestra vida.

Nuestra historia personal posiblemente sea la historia de las decisiones acertadas o erróneas que hemos ido tomando a lo largo de nuestra vida. Vamos forjando nuestro futuro con aquellas decisiones que un día tomamos y las que tomaremos. De ahí la importancia de la toma de decisiones en la vida de las per¬sonas. Podríamos decir, aún cuando muchos discrepen, que cada uno es lo que decide ser.


…Cambiar de empleo, separarse de la pareja, trasladarse de ciudad, tener hijos, son decisiones importantes que influirán en las diferentes áreas de nuestra vida. Es por esto que tomar una decisión resulta una acción significativa en la vida de las personas. Elegir entre dos o más opciones cuál es la mejor o a veces la más viable, no siempre es fácil; de hecho algunas personas se paralizan y dejan que sean los propios acontecimientos quienes decidan y otros prefieren delegar sus decisiones y dejar que sean los demás quienes se equivoquen. Esto también es una decisión, aunque no sea la más inteligente.

¿Qué pensamos cuando tenemos que tomar una decisión? ¿Cómo nos sentimos? ¿A qué tememos?

Tenemos miedo al fracaso, a no dar la talla, a sentirnos solos, a que no nos quieran, a perderlo todo, a ser abandonados. Tenemos miedo a equivocarnos como si el equivocarse no fuera algo que forma parte del vivir. El miedo es una emoción que no nos han enseñado a manejar, pero que sin embargo nos incapacita para tomar decisiones.

Los modelos mentales y las creencias influyen sensiblemente en la toma de decisiones. Muchas personas dejan sus decisiones al destino o a lo que Dios quiera… depositando en éstos el acontecer de los hechos. “Lo que deba suceder sucederá, independientemente de lo que yo haga”; “si no ha podido ser no sería de Dios”. Y así se liberan de sus decisiones, pues poco importa lo que ellos hubieran hecho. Todo está ya escrito. Sin embargo, otras personas son conscientes de la trascendencia que tendrán sus decisiones en su futuro y por esto intentan elegir la opción más favorable.

No es fácil tomar decisiones, claro que no, como tampoco lo es vincularse al dolor, al sometimiento o a la infravaloración; sin embargo nos quedamos inmóviles esperando a que algo ocurra para que sea entonces cuando nos veamos obligados a decidir qué hacer con nuestra vida. Pero a veces esa situación no se produce nunca y vivimos a la espera de que llegue ese momento que tememos, en la misma medida que deseamos y vivimos esperando…

Soñamos con tomar decisiones pero a veces soñamos con una estabilidad que nunca es regalada. Debemos decidir para que algo cambie.

Tomar decisiones a veces significa dejar atrás muchas de las cosas que hasta ese momento nos han proporcionado estabilidad, seguridad, una economía saneada, pero que sin embargo necesitamos hacer para seguir adelante. Y es que tomar decisiones en ocasiones se hace una necesidad para poder intentar ser un poco más feliz.

Pero, ¿cómo tomar decisiones?


Fdo.: Raquel Díaz Illescas.

lunes, 18 de abril de 2011

Las fantasías sexuales: el caldo de cultivo para el sentimiento de culpa.


La sexualidad no es sólo una experiencia física…

Las fantasías sexuales son un recurso para activar la imaginación, la creatividad, el abandono a las sensaciones placenteras y también algunas personas las utilizan para combatir la monotonía de sus encuentros eróticos. Sin embargo, las fantasías sexuales están asociadas a lo privado e intimo, a lo que no se cuenta, a lo prohibido, al morbo, a lo sucio, a lo pecaminoso y más tarde al sentimiento de culpa. Aun y así, las fantasías sexuales son una práctica habitual llevada a cabo tanto por hombres como por mujeres, en pareja o a solas. Unas veces compartidas y las más, en régimen privado.

Las fantasías sexuales son el caldo de cultivo perfecto para los sentimientos de culpa. Cualquier actividad de nuestra vida cotidiana, que rompa con las reglas o normas establecidas, puede ocasionar sentimiento de culpa en la persona que las “infringe”. En las fantasías sexuales, sin duda, los esquemas sociales y personales se ven dañados, por lo que la culpa no tarda en hacer acto de presencia.

Las fantasías sexuales se desarrollan en nuestra mente y ponen en jaque y contradicen las reglas morales y religiosas, sociales e incluso sexuales. Quien imagina es quien dirige, escenifica y escribe el guión sobre la acción de todos y cada uno de los personajes que desee vaya entrando en escena. Será el grado o nivel de excitación el que vaya determinando cada secuencia erótica.

La sexualidad es una experiencia física, pero sobre todo, es mental. Con nuestro pensamiento ponemos en marcha nuestros deseos sexuales, aceleramos nuestros niveles de excitación y si queremos y podemos, llegamos al clímax con quien deseemos y donde queramos. Así son las fantasías sexuales: las reglas o limites los pones cada cual.

Algunas personas prefieren reprimir sus deseos de imaginar situaciones de elevada excitación o llevar a la práctica fantasías que puedan quebrantar las normas, con el ánimo de evitar los sentimientos de culpa que estos pensamientos pueden producirles en su vida diaria. Y es que muchas veces los contenidos de las fantasías sexuales ocasionan conflictos internos, debido al nulo protagonismo que le da la persona a su pareja.

Muchas personas se sienten mal una vez finalizada su fantasía y haber disfrutado plenamente de ella. El no integrar a la pareja les lleva en ocasiones a cuestionarse los motivos: “¿Es que necesitaré a otras personas para excitarme? ¿Esto querrá decir que ya no me pone…? ¿Será síntoma de que las cosas no funcionan en nuestra pareja…? ¿Será normal tener fantasías sexuales? ¿Y que las tenga con otra persona que no sea mi pareja?

Sin embargo, no hay que preocuparse por disfrutar de las fantasías sexuales cuando estas se producen en el imaginario de la persona o son llevadas a la realidad sin dañar a nadie y con el consentimiento de los participantes. Los contenidos de las fantasías sexuales pueden ser muy diversos, dependerá del grado de creatividad de cada cual y sobre todo de sus miedos. De cualquier forma no debemos temer a lo prohibido, pues no debemos olvidar que la mayoría de las veces las fantasías no forman parte de los deseos de nuestra realidad sino que son meros instrumentos para excitarnos en el juego erótico con la pareja o cuando estamos a solas y que en ambos casos son excelentes para alcanzar el orgasmo.

Nuestro mayor órgano sexual es el cerebro. Utiliza su potencial. Tener fantasías sexuales es normal aunque nos sintamos felices con nuestra pareja y mantengamos una magnífica sexualidad con ella. En general, las fantasías nos ayudan a mejorar nuestra vida sexual. Disfrútalas sin complejos.


Fdo.: Raquel Díaz Illescas.

viernes, 8 de abril de 2011

Fantasías sexuales: ¿Nos gustaría vivirlas en la realidad? (II)

Las fantasías sexuales son una manera de experimentar placer o situaciones excitantes, comportamientos y experiencias, expresando creatividad con la imaginación, así como satisfacer deseos naturales de variedad, novedad y excitación, no estando vinculadas necesariamente en todas las ocasiones y/o circunstancias a desear o querer llevarlas a cabo en la realidad.

Cuando se habla de lo natural y normal que es tener fantasías sexuales, incluso cuando se vive en pareja, tanto ellos como ellas parecen mostrar una postura abierta; pero la realidad como ya decíamos la semana pasada es muy distinta.

Y es que aunque todos creen entender lo que son las fantasías, pocos son los que no sucumben al interrogatorio, los celos, mosqueos e indirectas continuas en la relación. Algunos aluden a aquello de que “no lo hacen porque no pueden, pero que si no, veríamos…” Ciertamente, en algunos casos esto puede ser así, pero no les quepa duda de que en la mayoría no lo es, pues el contenido sexual que pueden llegar a tener las fantasías de los/as más desinhibidos/as o creativos/as podría sobrepasar la barrera de lo deseable en su vida real. Acaso piensan que una persona que fantasea con hacérselo con alguien que no les resulta atractivo, ni en su vida cotidiana “les pone”, creen que porque tenga una fantasía sexual con esta persona, ¿esto quiere decir que le gustaría mantenerla? Pues NO. Un ejemplo aún más relevante es el de las mujeres que fantasean con ser violadas. ¿Alguna mente retorcida pensaría que realmente le gustaría ser violada? Evidentemente no.

Es muy frecuente que las mismas personas que desean conocer con qué y con quienes fantasea su pareja, son las mismas que una vez escuchado con atención el relato erótico, van preparando una larga e interminable batería de interrogantes acerca de las mismas, sometiendo sin piedad a un tercer grado a la pareja: ¿por qué tienes que montártelo con el frutero, es que no tienes suficiente conmigo? Te gusta mi amiga ¿verdad? Porque de lo contrario no entiendo por qué la tienes que incluir en tus fantasías. Es que ya no te gusto ¿verdad? Preguntas y más preguntas que muchas veces van dejando sin respuesta al interrogado/a, porque llegado ese momento, no hay respuesta que convenza a quien escucha. Porque claro, luego viene eso de: …es que ya no tienes suficiente conmigo que tienes que recurrir a fantasías… ¿para qué necesitas fantasear? Concéntrate en lo que estamos…No he visto cosa igual.

Esto es un ejemplo de las muchas situaciones que se dan cuando uno de los miembros de la pareja es convencido por el otro de que no debe preocuparse, que todos fantasean y no pasa nada…pero lo cierto es que sí pasa y que no sólo una vez, sino que esto sirve de excusa en cualquier situación que se encuentren o vean a aquél o aquella que sacia los instintos más bajos de su pareja sin que esta pueda evitarlo. Una vez que las fantasías sexuales han sido compartidas con la pareja, estas serán motivo en diferentes ocasiones de conflicto entre sus miembros.

Intentar llevar a cabo las fantasías sexuales no suele traer consecuencias muy positivas para la pareja. Según comenta Antonio Bolinches, vocal de la FESS y director del Instituto Psicológico Antoni Bolinches (Barcelona) su puesta en escena conlleva peligro, sobre todo si se implica a terceras personas. «Por nuestra experiencia, estas proposiciones suelen hacerlas los varones y en raras ocasiones terminan de forma positiva, más bien desembocan en la ruptura», añade Cueto.

A pesar de los muchos intentos que hacen las parejas de tener una mente abierta en lo que a la sexualidad se refiere, no deja esto de ser un deseo, que de momento se encuentra lejos de ser realidad, ya que el sentido de posesión se encuentra muy arraigado en las parejas, incluso de lo que estas llevan a cabo en su imaginación.

Esto no quiere decir que ninguna fantasía sexual forme parte del deseo de quien lo imagina, pero no todas. Entrar a cuestionarse cuál si y cuál no consume demasiadas energías que estaría muy bien invertirlas en disfrutar de la pareja.

Fdo.: Raquel Díaz Illescas