lunes, 27 de abril de 2015

Corazones libres…


Y como no podía llorar, lloró por dentro,

Y en sus bocas los “hasta mañana” se ahogaron dentro,

Y en sus ojos los futuros son trazos de pasados intensos,

Y sin voluntad y con deseo vuelve una vez más a entregarle lo que de su corazón le queda,

Y se lo entrega sabiendo que una vez más volverá a pisarlo con los pies del miedo.

En su mano tiene siempre la llave de su celda, una llave ya oxidada…,

Con restos de corazón sigue amando intensamente, sabiendo que un día conseguirá ser libre.

Y secuestradas las palabras las lágrimas decidieron fugarse.


Fdo.: Raquel Díaz Illescas

jueves, 23 de abril de 2015

¿Que a qué saben los besos?



Los besos saben a pan y chocolate, a tostadas con mantequilla y mermelada,  a fresas,  a vino, a leña, a cerezos en flor…

Los besos saben a sexo, a deseo, a fantasía, a bocas húmedas, a labios dibujados, a caricias, a susurros, a palabras de amor,

Los besos saben a conquista, a sensualidad, a promesa, a cautividad, a descaro, a inocencia, a experiencia.

Los besos saben a bachata, a rock y boleros.

Los besos saben a piel.

Los besos saben a noches cálidas, a amaneceres compartidos,

Los besos saben a abrazos, a miradas mudas, compulsivas, a sonrisas cautivadoras…

Los besos saben a tiempo, a esperanza, a arrepentimiento, a perdón,  a reencuentros, a recuerdos…

Los besos saben a lágrimas saladas.

Los besos saben a te quieros.

Y tú aún sigues preguntándote  ¿a qué saben los besos?

Los besos saben a ti. 



Fdo.: Raquel Díaz Illescas

domingo, 12 de abril de 2015

¿Cuestión de cojones?


 
Dos mujeres hablan una frente a la otra…


—Creo que él solo tenía cojones en la cama…

— Vaya…Interesante… Pensé que todos los hombres tenían cojones en la cama.

— No es eso… quiero decir que…

—Sé lo que quieres decir. 

Y según tú, si solo tiene “·cojones” en la cama ¿qué pasará si un día deja de tenerlos también  en la cama? ¿Los tuvo alguna vez fuera de ella?

—Yo le quería… Le quiero… Sé que es un hombre cobarde e inseguro, pero quiero pensar que nos quisimos.

— Entiendo...  Siempre he creído que el amor es valiente, aunque la mayoría de las veces vaya a pecho descubierto… Y que cuando se ama y este es correspondido,  uno siente que puede con todo. Pero quizá ¿mi idea del amor esté equivocada…?

— No lo sé… Lo que he vivido con él ha sido especial, intenso, diferente…Nos hemos querido mucho y nos queremos.

— ¿Especial, intenso, diferente…? Ya… Y ¿Dónde está él ahora?

—No lo sé. Todo ha acabado.

— ¿Habéis discutido?

—No. Nunca hemos discutido, aunque tuvimos momentos de mucha tristeza, como ahora…

Él no quiere seguir conmigo. Dice que me quiere, sin embargo no puede seguir adelante por más tiempo…Yo soy para él como “un pecado”.

— ¿Pecado? No entiendo…

—No soy la mujer que él quiere para su vida, ni la que quiere su familia ni sus amigos…

—Vaya… Pensé que estábamos en el siglo XXI. Pero ¿Cuántos años tiene este pobre hombre? Perdóname la licencia..

—No importa. Tienes razón.

— ¿Has conocido a su familia? ¿A sus amigos?

—No. Decía que solo la idea de pensar en presentármelos le producía mucha ansiedad. Le daba vergüenza… —Mientras lo dice una lágrima resbala por su mejilla—.


La otra mujer se queda unos minutos en silencio y mira a su interlocutora intentando seguir empatizando con ella.


—Déjame que te diga algo:

Eres una mujer inteligente, valiosa, guapa, fuerte, sensible y demasiado generosa… Con mucha experiencia de vida, experiencia que debes usar para seguir adelante y decirte a ti misma que eres una mujer estupenda y que quien esté a tu lado debe sentirse orgulloso de amarte. Lo demás son solo palabras de sábanas calientes.

No sé si ese hombre te amó, pero lo que si sé es que no es digno de que tú le ames y menos aún sufras porque no desee estar a tu lado..  Quizá mi concepto de amar sea otro, pero alguien que se avergüenza de ti  da igual que te ame.

¿Qué crees haber perdido?

—No lo sé… Yo era feliz a su lado. Nunca me he sentido tan feliz al lado de alguien…

— Ya… ¿Puedes ser feliz con alguien cuando se avergüenza de ti?

Ella baja la cabeza y se limpia los ojos…

No.

— ¿Crees que has ganado algo?

—Si. A mi misma.


Fdo. Raquel Díaz Illescas.

martes, 7 de abril de 2015

Ideales para un amor libre



Cuando se ama, los ideales y valores heredados que hemos ido alimentando y construyendo en torno a nuestra pareja de vida, se van desdibujando…

Tener ideales de vida no es bueno ni malo.
Lo interesante es ser capaces de entender que estos pueden ir cambiando, alterándose, modificándose, renovándose,  y a veces incluso precisaremos sustituirlos para poder amar con un corazón libre.

Los ideales, los valores y las normas sociales, se asientan y acomodan en mentes vulnerables, rígidas y manipulables, atrapando el sentir de quien ama. Los ideales juegan al  trueque con quien intenta vulnerar lo establecido: la culpa por amor.

Desprenderse de ideales que ya no nos sirven no siempre es fácil, no lo es para quien piensa que la felicidad consiste en ir consiguiendo todo aquello que ha soñado. Es difícil para quien vive buscando sueños o ideales…

Los ideales pueden ser el punto de partida para empezar a caminar, y como ocurre con los “GPS” no siempre hay que hacerles caso y hay que tener la valentía para arriesgarse y seguir otra ruta.

La madurez nos permite ser dúctiles y pensar en el aquí y ahora. Mirar de frente a quien nos recuerda el valor de los ideales inculcados y ser capaces de decir: esos forman parte de otro tiempo.

Madurar significa  aprender a querernos y respetarnos y seguir haciéndolo cuando decidamos no seguir las normas en las que fuimos educados.

Si una norma consigue ser más fuerte que el amor que uno siente ¿Cómo se vivirá esa experiencia amorosa? Cuando se ama ¿Cuánto valen los valores inculcados? ¿Se puede amar en contra de tus ideales?

Yo también tengo ideales: Ama a quien te ame, te respete, te valore, te cuide, te desee, y diga tu  nombre sin avergonzarse en otros ojos, alguien que coja tu mano y la ponga por encima de vetustos ideales.

Fdo.: Raquel Díaz Illescas