lunes, 11 de diciembre de 2017

Palabras contaminadas



Nadie que te quiera te golpeará allí donde vive tu dolor. 
Si el verbo se calienta, que lo haga hacia dentro, que beba agua fría o meta la cabeza en un rio, en un pozo o contenga el escalofrío; que huya o se golpee o simplemente desaparezca.
La memoria se ensucia, se mancha y se activa y te acompaña y no olvida.
Nunca habrá un momento que justifiquen las palabras que golpean, humillan o hieren a quien se quiere.
El corazón se entristece y quiere seguir queriendo pero no puede.
Nada absolutamente nada, justifica la agresión, tampoco la verbal.
El único hábito que debes practicar con el lenguaje es el hábito que te vincule nunca que te aleje.

Fdo.: Raquel Díaz Illescas

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